lunes, 18 de mayo de 2009

EL COMIENZO DE LA HISTORIA DE MI MADRE I





"No hay vida, que no tenga resabios de nuestros antecepasados, yo a mi padre no lo conoci, pero hoy a 1 año de muerte de mi madre, he decidido redactar en primera persona, tal como ella me lo conto hace algun tiempo atras...
el momento que cambio su vida, de una vez y para siempre "


No se vayan a creer que mi vida siempre fue igual, alguna vez hace tiempo, tenía casita propia, algo convulsionada pero gratis y calentita, el seno de mi madre, definitivamente fue mi mejor habitación…
Tendrían que haberle visto su cara, cuando se entero que ya no estaría sola, que ahora seriamos dos, su emoción fue tan grande que fumo hasta el ultimo día, consumió, heroína, crack, y vodka en mi honor!...
Busco todas las formas habidas y conocidas para verme antes, estaba tan feliz que saltaba como alocada. Nunca se caracterizo por ser muy amable pero le llevaba los sifones al vecino del cuarto, elegía las pisadas de una pequeña y endeble escalera caracol, tratando de acertar cual era la que estaba más floja.
Pobre mi mami (pensaba)… creía que no aguantaba la soledad, que moría por abrazarme y tenerme sobre su pecho con premura.
No era la típica embarazada, con su panza grande, rara vez comía así que desde embrión creo que compartimos el hambre.
Recuerdo su voz y la de varios hombres, pero los últimos meses recuerdo uno en particular acariciaba suave la panza, y me ponía música.
Dicen que los bebes no perciben tanto, y mil veces me han dicho que fabulo, así que paso a ser de esas historias que reservo en mi memoria para esas noches largas y frías…
Y llego el día, era todo un acontecimiento, había globos que llenaban la habitación, ositos de peluche de varios colores, nunca quiso saber mi sexo, así que había variedad, (por si las moscas), se sentía el perfume de fresias y jazmines, el día que yo nací, (siempre quise imaginarlo así).
Lo cierto es que esa noche mi llanto al salir de su vientre se confundió con el de madre, en ese momento las enfermeras creyeron que era de alegría, una de ellas me tomo en sus brazos y con instinto maternal me acerco a su pecho, ella tan solo me observo de reojo, se cubrió con la sabana, murmuro “su nombre será Jacqueline”.
Pocos meses pasaron hasta que termine por conocer a quien aparentemente era mi “abuela”, quien se encargo con obstinación y ahínco de reafirmar, por si me quedaba alguna duda que mis ideas neonatales, no eran producto de mi imaginación.
Apenas tuve uso de razón me recordaba día tras día, que mi madre era una puta, drogadicta, y borracha, que si tenía ropa, techo y comida era porque ella se había encargado de mí.
Jamás volví a ver a mi madre, de ella solo tengo una foto de cuando era chica que le robe a mi “cuida cárcel”.
Desde pequeña entendí que nada era gratis, el sustento había que ganárselo. Desde los cinco años, comencé a frecuentar lugares de mala muerte, morada de gente sin presente, y un pasado que mejor no recordar, a veces me quedaba detras de puertas de casas desconocidas, observando la ventana por horas, esperando que la noche pase inclemente, jugando apuestas con la luna.
Cuando volvíamos me zamarreaba el brazo, le desagradaba e incomodaba mi presencia, cuando llegábamos se tiraba a dormir sin antes darme las indicaciones de mis tareas, lava, limpia, barre, plancha, “maldita plancha a carbón”, las veces que me habré quemado, “vieja de mierda rezongaba”, pero para mis adentros, si me escuchaba el moretón me duraba semanas, y como ya tenía varios precedentes aprendí que el silencio es cobarde y desgarrador, pero duele menos.
Siempre fue zorra, para el barrio, su imagen siempre fue la de la abnegada mujer que se había hecho cargo de su nieta, que mantenía planchando por encargo, ya que no le alcanzaba con la magra pensión de su esposo, sin embargo nunca me dejaba salir, no sabia nada del mundo exterior.
Ni bien alcance el nivel de la mesa lo primero que me enseño, fue a planchar.
Esos eran mis días y mis noches, ella dormía después de una tarea ajetreada, que gracias a Dios, como ya era más grande, no me llevaba consigo, pero se encargaba de tener la certeza de dejarme encerrada bajo llave y por si fuera poco, una cadena con un candado, no porque me quiera, no se vayan a creer, era chica pero el aire estaba pesado, se escuchaban ruidos raros por las noches, gritos llantos, cohetes… no se, además la vieja estaba haciendo un flor de negocio conmigo, cuando se despertaba no quería ni contemplarme, así que me mandaba a dormir un rato “anda, que después te quejas que te duele la espalda”, me acostaba, ella me miraba de reojo, yo dormía placidamente. Pero un día la resaca era tal que ni se acordó de mí, ese día le saque la ficha, tenía una lata en una alacena alta donde guardaba la guita. Lo mantuve en la memoria y lo único que constataba es que no cambiara el lugar.
Recuerdo que teníamos un vecino era joven, soltero, no se a que se dedicaba pero amaba la música, en la oscuridad disfrutaba de ese momento el mejor momento de mi día, solía bailar mientras planchaba, el silencio le dejaba espacio a mi imaginación (maravilloso Don de la niñez), jamás había visto una pero yo soñaba que era bailarina, era libre, y feliz esas noches.
Hasta que un día la música comenzó a sonar y al oír los primeros acordes creí escuchar ese tema, que alguien por primera vez puso en la panza de mi madre, corrí para agarrar el banquito arrimarlo a la ventana, me asome maravillada y exaltada, estaba ilusionada pensé que había venido a rescatarme, nada menos y nada mas que mi mamá.
Pero pronto descubrí que la imaginación y los cuentos con finales felices eran parte de la historia de otros, pero jamás seria la mía, en el suceder de mis días solo había ropa para planchar, aunque ahora con electricidad mediante….
Comer dependía del destino, y se había hecho tradición para mí, hasta las tripas se habían acostumbrado, solía engañarlas con mate, bendito sea.
Con el pasar del tiempo mi vecino noto que lo observaba, y creo sintió pena de mí, así que esperaba la huida de la arpía y se acercaba a la ventana, al principio venia y escuchábamos bellas canciones, escuchaba un poco de todo, yo le mostraba mis dotes de bailarina improvisada, el sonreía, y me decía “te augura un gran futuro”, y me acariciaba la cabeza, fue el único hombre bueno que conocí en mi vida.
Era diferente a los demás, tenia un dibujo en su pared de alguien con una boina, un habano, yo pensaba que era su padre.
Algunas noches y sigilosamente se juntaba mucha gente en su casa, hablaban, discutían y luego terminaban riendo.
Sabia que esas noches no podía hacerme compañía, pero ponía la música fuerte, yo pensaba que lo hacia por mi, y como lo que quería por eso, asomaba su cabeza, me guiñaba un ojo cómplice, cerraba la ventana y me murmura “nos vemos mañana”.
Un día vino y me dijo señorita no hay bailarina, que no sepa leer y escribir,( resulto ser maestro de una escuelita pobretona), y así transformo mis noches.
No podía bajar la cantidad de ropa planchada, la vieja ya me había calculado los tiempos, jamás en vida planche tan rápido.
Recuerdo que cuando venia con sus cuadernitos, solía decirme “eres muy lista sabias aprendes sumamente rápido”, pero lo decía serio, “podrás hacer de tu vida algo extraordinario”, pobre si hoy me viera!
Cuando el llegaba yo estaba lista, me gustaba su compañía, era el único que me decía Princesa y casi siempre me traía un sándwich de milanesa y un alfajor guaymayen, ese día no tomaba mate, tenia que tener la panza lista para tan delicioso manjar .
Uy…… cuando aprendí a leer y a escribir y entendí el significado de ser una "Princesa", me sentía linda así flacucha y harapienta, con la cara siempre mugrienta, y las manos llena de cicatrices de viejas quemadoras.
Ya era mas grande además ahora era “Princesa”, así que o dominaba la plancha o me quedaba sin magia, deberían verme, otra que la Cenicienta (recuerdo cuando leí ese libro por primera vez) ¿y donde esta mi Hada Madrina? , lo interrogue molesta, se paro se presento, y dijo “aquí es que ya no quedaban mas mujeres”, ¿eso te incomoda?, me reí, lo mire fijo y le pregunte “ ¿vos me vas a llevar al baile, así tan solo sea hasta las doce?, claro me respondió, pero dentro de unos años, eres demasiado bonita y no quiero que encuentres un Príncipe y me abandones. Jamás, jamás, te abandonare, Juan, (así se llamaba) lo abrace fuerte y creo que fue la primera vez que lo dije, no podría abandonarte, “porque yo te quiero”.
Me hizo upa, había encontrado la forma de escabullirme por la ventana, me acaricio la cabeza, me dio un beso en la mejilla, se acerco a mi oído, y me dijo susurrando, pero con voz firme, no importe que pase “eres bella e inteligente, la resistencia te forjo, jamás dejes de luchar por tus sueños”.
Después de esa noche, las reuniones en la casa de Juan, se hicieron mas frecuentes. Paso menos de un mes, no me pregunten porque, pero se me puso la piel de gallina, y una sensación atemorizante me sucumbió el cuerpo, luego de eso se escucho la frenada de un auto, el ruido de cohetes, de vidrios, no se era confuso, todo era caos, me di cuenta que era en la casa de Juan, abrí raudamente la ventana, él me vio, me guiño un ojo, sonrió, luego se puso serio, con un gesto casi imperceptible me hizo un seña de que cerrará la ventana, lo obedecí, pero observaba entre las hendijas, varios hombres, lo tomaron del pelo, parecían hombres comunes de buen vestir escuche que le habían preguntado por el retrato del padre, no se que respondió pero lo golpearon y le dieron vuelta la casa, no paraban de pegarle.
Yo ya era adolescente y no cabía por la ventana, el candado no cedía, y la puerta estaba con llave, lo sabia pero no obstante tiraba con fuerza de ella, pero no podía salir, recuerdo que lloraba, sin entender que pasaba.
Cuando me volví a asomar por la ventana, vi como se llevaban a Juan en un auto, su casa quedo abierta y destruida.
Esa noche no planche, llore hasta quedarme seca, tirada contra una pared, nada de lo que había amado en el mundo pude retenerlo.
Se abrió la puerta, sabia que era ella el olor a alcohol inundo la habitación, me miro
y me dijo “porque lloras pendeja pelotuda”, ¿Qué le pasó a Juan?, le pregunte, vinieron unos hombres le pegaron por el dibujo de su padre, lo metieron a un auto y se lo llevaron.
Todavía recuerdo esa risa sarcástica, malvada y aguda, “mira que sos estupida, no era la foto del padre, era el Che Guevara” lo que tenia dibujado en la pared, ignorante!, y que se lo llevaran fue lo mejor que nos pudo pasar, ese tipo no era mas que un agitador, terrorista, un flaco de mierda.
Pocas veces la ira se apodero de mi de esa manera, ¿un tipo de mierda?, no te atrevas siquiera a pensarlo “vieja estupida”, me miro asombrada, ni lo pensé, la empuje y la golpee en la cara, no se de donde saque la fuerza, creo que la ingesta de alcohol me ayudo para que cayera redonda al piso, tome la lata con la guita, la poca ropa que tenía, la foto de mi madre, y solo corrí, a las dos cuadras volví, mientras no paraba de refregar mis ojos ya púrpuras de tantas lagrimas, deje el temor de lado, súbitamente vinieron a mi cabeza las palabras de Juan.
Al irme había dejado la puerta entreabierta, entre de nuevo, pero era otra, ya no era un gatito asustado que habían recogido de las calle, era grande, era fuerte, mi mirada se transformo a partir de ese día.
Cuando volví, mis ojos revelaba quien sería de aquí en más y para siempre, tome las llaves y el candado, mire su patética cara por ultima vez, y la escupí, era una pantera embravecida, después de años de encierro en una jaula de mala muerte.
Trabe la ventana, cerré la puerta con llave, puse la cadena y el candado. Y me fui a la casa de Juan, tome una de sus fotos, algo de lo poco que había quedado, mire con detenimiento, el dibujo de quien para mi siempre será su padre, porque si el lo había plasmado en su pared, tenía que ser especial, en un cajón había un crucifijo (en el momento no supe que era, solo lo tome porque era de él).
Había sangre en el piso, lo bese, esperando que apareciera, para llevarme al baile.
Así deje atrás mi niñez, mi adolescencia, mi inocencia… no sabia el camino que me faltaba por recorrer.
Por primera vez luz, pero todavía ignoraba, que por más garras que tuviera, afuera solo había un circo más grande, con guardia cárceles aun más sádicos y macabros…


Continuara...

Esmeralda
Derechos Intelectuales Reservados
Fotografia: Por Esmeralda (autor desconocido)

2 comentarios:

El Viejo @gustín dijo...

hermoso...

Esmeralda dijo...

El Viejo @gustín: deseo de corazón que le agrade de igual forma el correlato de esta historia.

Beso Susurros